Hay quizás, un motivo único por el cual un ser humano concurre en demanda de ayuda: y ese móvil troncal es la Pérdida.
De allí pueden desprenderse innumerables ramas, en tanto existen un sinnúmero de situaciones personales y particulares.
Siempre el disparador es la vida, que no discurre placenteramente, se arrastran dolores cuyos síntomas se tornan insoportables, o por hechos que irrumpen drásticamente en el devenir. Y cuando la conciencia crítica permite contactar con manifestaciones de la conducta que se tornan egodistónicas, es decir, desagradables, incómodas , destemplan el humor y disipan la coherencia constitutiva estructural de la homeostasis del psiquismo, es el instante que comienza a recorrer diferentes caminos en búsqueda de ayuda.
Y es este proceso donde se intenta lograr el cambio y la transformación.
Cambiar y transformar es, repetimos poseer conciencia crítica, darse cuenta que así como se está viviendo, se parece a una agonía, con días que uno cree que el sol ha salido, más las tormentas internas con sus descargas de rayos y truenos nos devuelve a la realidad de que nuestra estabilidad no es tal.
Es esa conciencia crítica, la que nos motiva a solicitar asistencia, y es cuando la vida se percibe paulatinamente y en aumento con una sensación de infelicidad, e insatisfacción hasta la sensación descripta habitualmente con el constructo: “No puedo más””, es generada ,redundo, por un motivo único y ese motivo primordial es la pérdida, la carencia o privación de aquello que se poseía. Desde la muerte de un ser querido, a un ideal, un sueño, un deseo, la salud, una situación económica, la autoestima, el trabajo, relaciones afectivas, un fracaso y tantas cosas más.
En principio amenaza la estabilidad emocional, dado que implica un duelo, el cual es necesario afrontar y que a su vez significa cambios.
Asimismo su efecto produce una fisura, que se manifiesta como síntomas psíquicos y físicos.
Quienes requieren apoyo en cualquier disciplina del abanico disponible en ayudar profesionalmente a los demás en su salud psíquica,ya sea con terapias ortodoxas o heterodoxas,son capaces de adentrarse en el territorio desconocido que simboliza revisar las fisuras, saber que uno va a descubrir territorios desconocidos, confiar en que lo nuevo y por ahora ignorado será tolerable y productivo para la homeostasis emocional.
la circularidad que se inicia ante una pérdida—dolor, que genera una fisura y es fundante de tensión en nuestro aparato psíquico y también en nuestro cuerpo.
La tensión, productora de angustia, penetra el alma y se padece como una señal ineludible del peligro que simboliza el quebranto psíquico sufrido.
La angustia y el dolor pareciera que se encuentra siamésiacamente unidos, toman voz, hablan y gritan con innumerables emociones, pena, inquietud, desazón, nerviosismo, desconsuelo, hasta tormentos teñido siempre de tristeza y ésta surge de confrontar la nueva realidad. “Ya no soy l@ misma que ayer” y corporizan a menudo en el cuerpo enfermedades psicosomáticas.
A su vez, sentarse a hilvanar, remediar-remendar, zurcir, coser y finalmente re-bordar las fisuras, genera miedo e incertidumbre ante la certeza que se incursioná en sendas, senderos, pasajes y carreteras del alma desconocidas, no obstante quienes lo hacen o lo hicieron se atrevieron al reto de dejar atrás esquemas de conductas que si perduraban en el tiempo las llevaría a la infertilidad afectiva, a la inercia psíquica, lo más similar a la muerte psicológica.
Uno muere, cambia y renace mil veces a lo largo de la vida.
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